A mi sobrino Pablo.
El silencio y todo su angustioso estado,
te sumergen a veces en esa desorientación,
como el apuntador que otra vez se ha descuidado,
del actor que olvidó su papel en la actuación.
La soledad no es recomendable compañera,
porque no ayuda porque solo aumenta el dolo,
es una ironía mas, como todas, una cualquiera,
la soledad atrae más, al que más se siente solo.
De noche cuando las palabras se ahogan en la almohada,
los sentimientos sueñan despiertos, lo que pudo ser o darte,
vos te engañaste creyendo saber, que no llegarías a nada,
y en esa convicción preferiste, no llegar a ninguna parte.
Con ese valor cobarde, te lanzaste al otro lado,
lado invisible al que no llegué jamás,
nunca sabré si pensaste que tu misión había acabado,
o fue la necesidad de no compartir tu dolor con alguien más.
No es el atrevimiento, de quien ignoró lo que te pasaba,
y ahora se siente con derecho de opinar, como debiste
hacerlo,
entiende que es la pena, de no encontrarte donde estabas,
para cambiar el destino, para poder detenerlo.
Todos los caminos, conducen inevitablemente al olvido,
pero vos querido Pablito, siempre estarás conmigo,
y aunque al corazón, lo tenga en mil pedazos partido,
serás más que mi sobrino, serás mi eterno amigo.
Te fuiste pero dejaste, tu sonrisa, tu mirada apaciguada,
en ese pequeño rostro, que hoy es la extensión de tu vida,
y te encargo si la ves a mi viejita de pasada,
dale un beso y expilcale, que a veces así pasan las cosas, enseguida.
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