A PARTIR DE AHORA.
Tantos consejos compartidos, sermones de horas inacabables,
Tener que vivir lo vivido, para el final inevitable,
Tantos abrazos y llantos, para descubrir lo que ya estaba escrito,
Soy tu padre y otro tanto, profesor, amigo, y un controlador estricto.
Se que será un discurso largo, lo sospecho por la causa,
También me hago cargo, por las lágrimas que no tienen pausa,
Pero son de alegría, y será solo un rato, digo solo por si acaso.
Por que ha llegado el fin del trato, es hora del siguiente paso,
Llevas en tu interior la valentía, la sangre decidida y galopante,
De quien creías que no te entendía, si ella no te abandona ni un instante,
Si, es la herencia de tu madre, esa persona que tanto te quiere,
Se hace la dura, es su costumbre, pero si te pasa algo se muere.
Pero hiciste también de tu alma, un templo de este hombre,
Fuiste sus logros y su calma, y aunque ya no lo nombre,
Aprendiste de sus palabras, y las hiciste un inventario de paciencia,
Sabemos que en el recodo de su sombra, sos vos querida hija, su presencia.
No pierdas nunca los anhelos, no abandones a tu alma libre y soñadora
Es mentira que no hay ilusión en los cielos, que la felicidad no se añora,
Es un engaño eso de que de nada te servirá el corazón, para salir adelante,
Sigue siendo hija mía, el mago de mi ilusión, la estrella que me alumbra vigilante.
Que no se te olvide que también hay espinas, en las rosas del amor,
Que el filo rabioso de la desilusión declina en cada esquina, provocando dolor,
Los hechizos de tus libros caducarán, y la magia televisiva entrara en agonía,
Utiliza entonces la razón y desprenderán, amaneceres mejores, enfréntalos con valentía.
Y si por cosas de la vida hoy vivimos alejados, no pienses que es por orgullo,
Yo estaré siempre a tu lado, por que se que me necesitas y mi corazón es tuyo
No pienses que es olvido, deposita en mí tu confianza con optimismo,
Que yo sin vos no vivo, y entre nosotros no existen abismos.
Finalmente querida hija mía, y para ir terminando ya sin rimas, quisiera hoy estar seguro de haberte enseñado bien...
A disfrutar del amor, A confiar en tu fuerza, A enfrentar tus miedos,
A entusiasmarte con la vida, A que pidas ayuda cuando la necesites,
A tomar tus propias decisiones, A ser una buena amiga de vos misma.
Quisiera estar seguro de que aprendiste...
A decir o callar según te lo dicte el corazón,
A no estar pendiente de la aprobación de los demás,
A ser consciente de tus sentimientos y a actuar en consecuencia de ellos.
Quisiera estar seguro, hija mía, que también aprendiste...
A poner límites, y a sostenerlos, A tomar más riesgos si hace falta,
A aceptar los cambios, A realizar tus creencias y deseos,
A ser capaz de llenar primero la copa de los demás y luego la tuya, pero no olvides nunca la tuya,
A planear tu futuro pero no vivir en él, ni martirizarte por lograrlo.
Me gustaría, hija mía, que hayas aprendido...
A valorar tu intuición, A tomar tus propias decisiones,
A hacer de la comprensión y el perdón, tus prioridades,
A aceptarte como sos, A disfrutar la diferencia entre los sexos,
A aprender de los encuentros y de los fracasos,
También me gustaría, mi bebe, o perdón… señorita, que te haya quedado bien claro…
Que la vida es una balanza que busca su equilibrio, como decía mi padre, todo lo bueno que haces te vuelve, todo lo malo también.
Y que te permitas reír a carcajadas por la calle, sin ninguna razón, sin miedo ni vergüenza.
Que hayas comprendido que a la palabra, no se la lleva el viento, Y que el honor y el respeto, siempre se ganan, no se imponen.
Pero, sobre todo hija, sobre todo lo anterior quisiera que hayas aprendido…
A no idolatrar a nadie, ni aunque sea tu padre, pero si entender que significa, cuando te repetí una y mil veces que una madre es una madre.
Esto si que me dejo con un nudo en la garganta, felicidades por ese talento, no sabia que escribias.
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